Si las cosas no cambian dentro de un mesecito (y dos días), volveremos a los orígenes. Internet será nuestro punto de encuentro y andaremos a merced de las alineaciones planetarias para poder escucharnos unos poco minutos.
Es difícil querer algo que no puedes tener cerca. El paso de los días disminuye la distancia y acerca aquello que se anhela como el que tira de una caña de pescar para sacar del mar al pez (tiburón o ballena? no la ballena no es un pez es un mamífero :)). Por eso apunto, tacho.. que quede constancia escrita de que el tiempo va pasando y el espacio que nos separa se hace cada vez más y más pequeñito, hasta que llegue el día en que sea 0.
Pensar eso me pone un poco triste y se que no debería. Debería de esconderlo en el rincón más profundo de mi mente y no sacarlo hasta después del último gran beso que me des antes de irte (porque después cuando vuelvas querré muchos! tantos que ninguno será el último). Y de ese modo regalarte cada vez que te viese la mejor de mis sonrisas. Lo intento, pero a veces puede conmigo y aunque intente disimular, lo ves.
Ay.. cuánto te voy a echar de menos!
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